Era 24 de Diciembre, las 8 de la noche y yo… caminaba por el centro de la ciudad, la bulla de los carros era insoportable, la gente mas que caminar corría apurada de un lugar a otro con paquetes de regalos comprados a ultimo momento, las luces multicolores que adornaban los marcos de las ventanas , puertas y balcones de las casas mas que parecer tener un sentido navideño, recordaban el anuncio de una casa de citas o un puesto de caldo de gallina, la gente se gritaba para abrirse paso, mientras las horas avanzaban acercándose a media noche, el olor en el ambiente de pavos horneados era insoportable puesto que parecía no existir otro olor mas, algunos niños reventando sus cohetes y petardos anunciando la llegada de la navidad.
Yo seguía caminado, siendo ajeno a tal evento de celebración, deseaba encontrar algo diferente, una navidad que me hiciera recordar el sentimiento de cuando era niño y esperaba con ansias esas doce campanadas y los abrazos de los familiares, y los villancicos, y el espíritu verdadero de la navidad que se sentía en esos años y que de él solo queda el nombre hoy en día y nada mas.
Eran ya las 11 y 15 de la noche, y yo… caminando aun, no deseaba dirigirme a mi casa, solo deseaba encontrar algo diferente, un sujeto con un parlante en la mano anunciando la oferta de ultimo momento en su tienda rodeado de un hombre vestido de Papá Noel al lado de 2 chicas semidesnudas bailando una música que nada tiene que ver con estas fiestas.
Yo seguía caminando, las iglesias permanecían abiertas esperando las 12 de la noche para festejar el nacimiento del Niño Jesús y comenzar la misa de Gallo, las cuales en muchas oportunidades mas que misa parecían una oportunidad de reprochar y criticar a los demás y conseguir un buen diezmo a costillas de otros, y yo.. Seguía caminando, ya eran las 11 y 45 de la noche, en ese momento me di cuenta que el bullicio había desaparecido, una solitaria calle de luces bajas pero iluminada por la luz de la luna llena cambiaba el ambiente habitual de una ciudad movida… Llegue a una plazuela donde el tiempo parecía haber retrocedido 300 años, rodeada por casonas y solares antiguos árboles altos y frondosos, balcones de hermosa arquitectura, una pileta que en sus aguas se reflejaba la luna y un convento antiguo que iluminado por antorchas y velas abría sus puertas a quienes desearan escuchar la paz que mantenía en su interior, decidí entrar y me aproximé, en la entrada habían personas echadas y otras sentadas envueltas algunas en harapos y otras cubiertas por papeles; unos frailes invitaban panes recién horneados y chocolate caliente a esas personas que por su forma de vestir y su mirada tan profundamente agradecidos de tener algo para comer, desplegaban paz y ternura, esa paz y ternura que hoy en dia no se encuentra en la ciudad, esa ciudad que solo se moviliza por el dinero, el disfrute y el estrés.
Esa pintoresca figura me hizo saber que había encontrado ese algo que tanto buscaba y que al fin pude encontrar, un sentimiento que había perdido y en ese momento lo pude re encontrar, una lágrima de emoción corrió por mis mejillas, el silencio del lugar desplegaba paz, miré al cielo y pude ver las estrellas de entre ellas una muy especial que palpitaba con su brillo invitando a sentir que había algo especial. Los frailes se me acercaron y me invitaron a compartir con ellos de la dulce cena nocturna, les pedí que me dieran la oportunidad de ayudarlos a servir a las personas que se encontraban ahí, la luna iluminaba la oscuridad de lugar que solo se iluminaba por antorchas y velas, un buen grupo de personas de la calle se reunió ahí, sabían que en ese lugar encontrarían al menos esa noche un poco de alimentos y de amor y paz Eran ya 4 minutos para las doce de la noche, un fraile trae algo entre sus brazos, envuelto en lienzos muy blancos y finos, yo estaba admirado, sentía una magia que solo podía recordar haberla sentido cuando yo era un niño, luego todos nos agrupamos alrededor del fraile y comenzaron a sonar las campanas, eran las doce de la noche, Jesús estaba naciendo otra vez, el fraile descubre el lienzo y aparece una imagen del niño Jesús, tan hermoso y al parecer antiguo pero bien conservado, todos comenzaron a adorarle, acariciando su cabecita y tocando sus piecitos y luego lo colocaron en un nacimiento que se encontraba en el jardín de la iglesia, iluminados por velas y cirios, era un momento de amor y paz… a lo lejos casi se podía escuchar el sonido de las bombardas y cohetes que reventaban anunciando la navidad, pero ese sonido no nos importaba, nuestra atención estaba mas allá del plano de la ciudad, era un momento de reencuentro con nuestro espíritu, con nuestras creencias, con nuestra fe, la navidad que estábamos pasando era diferente a la habitual en la ciudad, esta navidad era limpia, transparente, humilde y sobre todo, se sentía paz, una navidad en compañía de los que no tienen nada y aun así lo tienen todo, el verdadero espíritu de la navidad, el cual se encuentra en el corazón mas humilde y no en los costosos regalos y brindis con champagne y pavo o lechón al horno, así pues pase mi navidad toda la noche en ese lugar, la luna seguía iluminadonos con su refulgencia y el canto de las aves nocturnas hacían sentir que la magia no existe, sino mas bien es un invento de la naturaleza…
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